"La estupidez es para siempre"

Fernando Alonso, si no ocurre una hecatombe, se proclamará hoy bicampeón del mundo de Formula 1, con tan sólo 25 años. Es justo reconocer que estamos ante un talento, un superdotado del motor, que tiene pinta de convertirse en uno de los mejores pilotos de la historia del automovilismo. Su juventud y su calidad le avalan, la fortuna la tiene de su lado, y, de momento, no hay nadie mejor que él ni visos de que lo vaya a haber.
Pero, a pesar de ello, el asturiano es el deportista nacional que más antipatías ha generado en los últimos tiempos. Su carácter agrio, desafiante y egocéntrico le acompaña allá donde va y la polémica en torno a él es una constante un día sí, otro también. Bien es verdad que el éxito no le ha cambiado, porque antes de ser campeón ya era así de arisco e insociable, pero si ya de fábrica vienes con la chulería por montera, la fama y los millones la catapultan hacia la estupidez.
Su obsesión con que los medios de comunicación no tienen ni idea de Formula 1 y que han aprovechado su gloria para vender más es ridícula. De Miguel Indurain nadie hablaba hasta que ganó el primer Tour, y no le oí nunca rechistar, por poner un ejemplo. La humildad es una palabra que no está registrada en el diccionario de Alonso y la amabilidad y el respeto con la personas que cuentan sus hazañas por todo el mundo tampoco. Si preguntas a la gente por él, muchos te hablan maravillas, pero otros muchos no lo soportan y eso no me lo invento yo. Yo he oído hablar mal de Alonso a muchos españoles, cosa que no ocurre si mencionas a Rafa Nadal o Pau Gasol, por decir dos deportistas tan carismáticos y mediáticos como él. Es más, muchos preferían que el campeonato del mundo lo ganara Schumacher antes que Alonso pero, esto, creo que finalmente no va a ser posible. Ahora bien, como decía el poeta cómico griego Aristófanes: "La juventud envejece, la inmadurez se supera, la ignorancia puede ser educada y la borrachera desembriagada. Pero la estupidez es para siempre". Pues eso Fernando.