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martes, octubre 24, 2006

Misma situación, distinta solución

Anoche en El Larguero, Fabio Capello dio un repaso a la actualidad madridista tras la sonada victoria ante el Barça en el clásico. Tras tres años llenos de sinsabores, el dulce que se llevo a la boca el aficionado madridista el pasado domingo ha sentado mejor que nunca. Si hace díez días, en Getafe, un Madrid cuesta abajo y sin frenos, que daba la peor imagen de los últimos tiempos, parecía destinado a una cuarta temporada en blanco, ahora, dos partidos y dos buenos resultados después, parece resurgir como el Ave Fénix y pide paso entre el olimpo de los elegidos.Bien, como todo el mundo coincide en el repaso del Madrid al actual campeón de Liga y de Europa, prefiero centrarme en un paralelismo que a mí me llama mucho la atención.
Hace dos temporadas, un 20 de septiembre de 2004, José Antonio Camacho dimitía como entrenador del Real Madrid, tras sucumbir en Montjuic, ante el Espanyol, por un gol a cero. La situación entonces era bastante similar a la de ahora: temporada anterior en blanco, entrenador nuevo, proyecto nuevo, mal juego, malos hábitos, desgana, pérdida de humildad... El técnico murciano, tras seis partidos oficiales, decidió abandonar la nave blanca a las primeras de cambio con la excusa de que no se veía capaz de gobernar aquel vestuario llenos de egos y vanidades. Tiró la toalla sin ni siquiera haberla mojado un poco aún, dejando toda la mierda del lado de los jugadores y limpiándose él las manos. No digo que Camacho no tuviera razón en sus razonamientos, digo que al primer gancho decidió perder por KO antes que levantarse y seguir peleando.
Pues bien, el 1-0 de Getafe me recordó mucho a aquella derrota por la mínima ante los periquitos. El postpartido, las reacciones y las duras críticas de la prensa tuvieron su misma dosis tras cada uno de los dos encuentros. ¿La diferencia? Capello ha decidido levantarse de la lona y seguir luchando. Dejando de un lado si me gusta más o o me gusta menos Capello, lo que si estoy de acuerdo es con su forma de afrontar una crisis profunda en un club tan prestigioso y con tanto renombre como el Real Madrid. Mientras Camacho pensó que una retirada a tiempo era una victoria, Capello ha decidido ir hasta el final de la guerra todos unidos, firme y seguro de sus ideas, con la cabeza bien alta y sin pensar en el miedo al fracaso. Le saldrá bien o mal, pero el sólo hecho de hacer frente a las adversidades, por muy enormes que sean, le honra y le da el crédito necesario para que el club siga confiando en él. De momento parece haber unido a un vestuario dividido y da síntomas de estar haciendo del Madrid un EQUIPO. Lleva tres años sin serlo. Algo de mérito habrá que darle al italiano.

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