La Historia le debe una Copa de Europa al Valencia
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Cierto es que en la Octava, el Madrid le supero de principio a fin, y, respondió en el campo, a todo aquellos que en los días previos a la final daban por vencedor al Valencia. A los chés le falto humildad y no respetaron a un club tan grande como el Real Madrid. Pero en la final de San Siro, la historia fue distinta: el conjunto de Héctor Cuper se sabía la lección y no quiso ir de favorito, fue mejor durante los 90 minutos y la prórroga, mereció el título bastante más que los alemanes, y, además, en la tanda de penaltis, tuvo contra las cuerdas al Bayern, siempre por detrás, hasta que a Pellegrino se le bajo la persiana... y se fue la luz.
Sinceramente, nunca he sido un fan de Cañizares, tanto futbolísticamente como personalmente no es de mis preferidos, pero reconozco que verlo llorar aquella noche de la primavera de 2001 es una de las imágenes más tristes que guardo en mi memoría futbolística. Sus inagotables lágrimas, su tristeza y su desconsuelo, fueron el fiel reflejo de los sentimientos de todos y cada uno de los valencianos que estaban en las gradas de San Siro y enfrente de sus televisores en esos instantes. Si ya es complicado llegar a una final de la Copa de Europa, imagínense a dos consecutivas. Por lo que tras el fiasco de la final ante el Madrid, la nueva oportunidad de alzar la orejuda para los de Mestalla se vivió como un ahora o nunca. Y salió rana, se volvió a perder, y, en esta ocasión, como más duele: injustamente y en la tanda de penaltis.
Pero si en aquel momento el destino, siempre tan caprichoso él, le debía una Copa de Europa al Bayern de Münich, por la jugarreta que sufrió en el Camp Nou en la final de la Champions del 2000 ante el Manchester donde ganaba 1-0 en el minuto 89 y en el 93 perdía 2-1, esta vez a quien se le debe una Champions es al Valencia. Y creo que este va a ser su año. Sinceramente, no veo ningun rival más poderoso que él. Sólo necesita jugar como juega a día de hoy, un poco de suerte en las elimminatorias y mucha humildad. Ha llegado el momento de que el destino le devuelva aquello que le birló hace casi seis años. Y que mejor lugar que Atenas, el Olimpo de los Dioses.
Una de las obras maestras de Woody Allen, Match Point, comienza de este modo: "Hay un momento en un partido en que la bola golpea en lo alto de la red y por una milésima de segundo puede caer hacia un lado u otro. Con un poco de suerte rebota en el campo contrario y ganas. O puede que caiga en tu campo y entonces pierdes". Valencia, ya toca que la bola caiga al otro lado de la red. La Historia os debe una Copa de Europa: suerte.
1 Comments:
At martes, abril 10, 2007 11:05:00 a. m.,
Anónimo said…
Gracias a todos los dioses, el futbol no siempre da lo que en alguna ocasión quitó injustamente, y el Tío Mou nos va a dar la enorme satisfacción de pelarse a la banda de Quique y mandarla de vuelta a la mediocridad de la que nunca debió escapar.
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