No la sienten
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La opinión pública se destapa estos días agusto contra Luis Aragonés y Villar, marcados en rojo con un busca y captura por ser los culpables de uno los peores momentos de la historia de la Selección Nacional de Fútbol. No voy a ser yo el patito feo que les lleve la contraria, no por no tener ganas de nadar contra corriente, sino porque estoy con la vox populi: Aragonés y Villar deben irse. Mayores enémigos públicos número uno no los encuentro ahora en el panorama deportivo español. Aragonés ha sufrido la peor derrota que puede vivir en su piel un ser humano: ha perdido el entusiasmo, algo mucho más grave que caer ante Francia en octavos de un Mundial o ante Irlanda del Norte en Belfast. Por mucho que nos venda más humo, el ¿sabio? ha arrojado la toalla, y lo que es la crónica de una muerte anunciada, lo puede convertir en una película de Hitchkock, si continúa aferrándose al cargo de la roja como un niño a su madre el primer día de colegio. Y como si de una pieza de dominó se tratase, Villar debé caer junto a él: por inepto y por caradura.
Pero no quiero quedarme en estas evidencias. Para mí, los verdaderos culpables de la actual situación de la roja son los jugadores, porque al fin y al cabo, ellos son los que ganan y pierden los partidos, el resto son excusas. Y lo que ocurre es que el jugador español está muy sobrevalorado. No tenemos ningún crack mundial y a las pruebas me remito: en la lista de las últimas ediciones al balón de oro aparecen dos jugadores, a lo sumo tres, españoles, que, por supuesto, son meros comparsas en la votación al galardón. Pero, a pesar de ello, seguimos pensando que tenemos estrellas; yo más bien diría que tenemos estrellados. Es verdad que parte de culpa la tienen los medios de comunicación, que en bastantes ocasiones actúan de trampolines mediáticos al amparo de los futbolistas que le catapultan a la fama; pero si a ello le unes la firma de contratos multimillonarios, el dinero como (bendito) castigo y aficionados acosándolos allá donde vayan por un autógrafo o una foto, todos estos ingredientes acaban conformando un explosivo cóctel de ego, de mucho ego. Y uno, por muy feo que sea, si le repites constantemente que es el más guapo, al final se lo acaba creyendo.
Si continuamos diciendo que tenemos una Selección de cracks y de jugadores de gran nivel, seguiremos sin ganar nunca nada. La realidad es que la roja esta llena de jugadores mediocres, sin capacidad de liderazgo, endiosados por la prensa y por los aficionados, multimillonarios a los 20 años y con la vida de su familia y de sus descendientes resuelta. Se enfundan la roja porque es el país donde han nacido y el que deben defender, lógicamente. Pero ¿de verdad la sienten? Yo creo que no.