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miércoles, diciembre 13, 2006

Excusatio non petita, acusatio manifesta

El pasado jueves 30 de noviembre, el diario francés Le Monde, uno de los más prestigiosos de Europa y del Mundo, decidió poner fin al penúltimo mes de este 2006 con una portada vergonzosa y sonrojante donde acusaba al fútbol español de estar implicado en la Operación Puerto. Barcelona, Real Madrid, Valencia y Betis eran sus blancos, ya que según Le Monde, estos cuatro equipos habrían sido clientes del doctor Eufemiano Fuentes, uno de los principales acusados en esta trama de dopaje en el ciclismo destapada por la Guardia Civil española el pasado 23 de mayo en una céntrica calle de Madrid.
El mencionado Eufemiano Fuentes y el director ciclista de la Once y Liberty Seguros, entre otros, Manolo Saiz, serían los cabecillas de esta supuesta trama de dopaje en la que, según el sumario judicial, al menos 58 ciclistas estarían implicados.Bien, casi siete meses después, la investigación sigue su curso y la justicia pondrá al final a cada uno en su sitio ya que, afortunadamente, hay bastantes pruebas para inculpar a los acusados e implicados en este escandaloso laberinto de trampas y mentiras que lleva machacando el ciclismo desde hace casi una decada.
Hasta ahí, pienso que todos estamos de acuerdo. Ahora, señalar al fútbol, y, en concreto, a cuatro clubes españoles (dos de ellos santo y seña del deporte rey en el mundo) como parte de la Operación Puerto, es muy grave, gravísimo. Y lo es aún más, cuando tiras la piedra y escondes la mano. Si, verdaderamente, Le Monde tiene documentos que no están en manos de la Guardia Civil Española pero sí en las suyas que implican a Madrid, Barcelona, Valencia y Betis en el mundo del dopaje, que los saquen y los publiquen y, sino, que se queden calladitos y no se dediquen a manchar el mundo del fútbol español acusándolo de dopaje. Nunca he sentido especial simpatía por los franceses, aunque bien es cierto que tengo buenos amigos del país vecino; su manera de tratar, relacionarse y codearse con los españoles siempre ha estado caracterizada de altanería y un "pelín" de chulería y arrogancia como extra. Para ellos, somos su hermano pobre, al que hoy les tiramos los camiones de fresas cuando cruzan la frontera, al que mañana acusamos de dopaje a su ciclista estrella (Indurain) o a su tenista de moda (Nadal).
Sí, porque como recordarán, no es la primera vez que la prensa francesa la tira con bala y al corazón. Ya llueve sobre mojado. El precedente lo sentó Perico Delgado, cuando en mitad del Tour del 1988, del que finalmente se proclamó ganador, casi lo expulsan de la carrera al acusarle de haberse dopado, cuando lo que en realidad ocurrió fue un error de bulto de la organización francesa. Desde entonces, los deportistas españoles que han triunfado en eventos deportivos en Francia siempre han sido marcados por la sombra del dopaje: Indurain, Arantxa, Sergi Brugera y... Rafa Nadal. Lo del número dos del mundo roza lo esperpéntico: al tenista manacorí lo acusan de doparse debido a su excesiva musculatura que no la consideran propia de un chaval de 20 años. ¡Hay que joderse!, con perdón. Y una vez más acusan, pero no dan pruebas.
Y esto es lo que ha ocurrido de nuevo: acusan a cuatro clubes del fútbol español de doparse, pero no enseñan ninguna prueba. Simplemente crean la duda, calumnian y se quedan tan anchos. A mi entender, lo hacen por dos motivos: Primero, porque la envidia y la pelusa que les entra al ver como los cilistas y tenistas españoles conquistan el Tour y Roland Garros con asiduidad mientras sus compatriotas no se comen un rosco desde hace décadas es tal, que su orgullo queda tan herido que no tienen otra manera de dignificarlo que intentando manchar y desprestigiar el deporte español. Y segundo, puede que, a lo mejor, ciertos triunfos y éxitos deportivos franceses sí que estén manchados por la lacra del doping y la única manera que tienen de taparlo y evitar, ni siquiera, mentarlo, sea acusar a otros del mismo delito. Ya saben: Excusatio non petita, acusatio manifesta.